La conexión psicológica entre la justificación y la santificación.

Por John W. Robbins

La justificación y la santificación están psicológicamente relacionadas. Una vida de santificación (comunión con Dios) no es posible a menos que estemos convencidos de que primero somos aceptables y agradables ante Dios. Esta persuasión no puede basarse en nuestro desempeño ya sea en el pasado, presente o futuro. Dios quiere que nosotros primero sepamos que Él está plenamente satisfecho con Jesucristo. Dios ha encontrado a Jesucristo justo, y con Él está satisfecho en todo. Que Dios se ha complacido en Jesucristo se demuestra por su resurrección de entre los muertos. Ahora, ¿Qué significa eso para nosotros?, que Cristo es nuestro representante en todo tiempo. Él lleva nuestra humanidad ante la presencia de Dios y Dios quiere que sepamos que Él nos acepta en la persona de su Hijo amado. Por lo tanto, en este asunto de la aceptación ante Dios, es suficiente para nosotros el saber que Dios acepta a Jesucristo y en Él nosotros somos aceptados. Es esta fe que nos permite servir a Dios libremente con mucho gusto y con un amor espontáneo para Él.

Si un creyente trata de vivir la vida cristiana ya sea para asegurar o para consolidar su aceptación ante Dios, de inmediato los manantiales de la libre obediencia, de agradecimiento, y del amor espontáneo se habrán secado. Dios está más interesado en el motivo del servicio que en el rendimiento de éste. Debemos recordar las enseñanzas de Jesús cuando dijo que quien es perdonado mucho (justificación), mucho ama (santificación) (ver Lucas 7:40-47). Es quien escucha las palabras de la justificación (Tampoco yo te condeno“) el único que psicológicamente está listo para obedecer las palabras del mandato de la santificación (Vete y no peques más”) (Juan 8:3-11).

El incentivo más fuerte de un cristiano para obedecer la ley divina es el hecho de que ya ha sido gentilmente perdonado por haber violado la ley divina. El creyente sigue la santificación porque ha recibido ya la justificación por la sola fe. Él oobedece la ley no con el fin de ser perdonado, sino porque ya ha sido perdonado es que obedece. 2 Corintios 5:14 nos dice que: El amor de Cristo nos constriñe a no vivir para nosotros mismos, sino para aquel que murió por nosotrosY el amor de Cristo aquí significaba ese amor redentivo a favor de pecadores. En 2 Corintios 7:1 también nos dice que ya: “teniendo estas promesas [de perdón], limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” Por lo tanto, porque Dios ya ha borrado todos nuestros pecados pasados, como creyentes tenemos el más alentador de todos los motivos para resistir todo pecado del futuro. Ya que si Dios no hubiera perdonado nuestro pasado, sería inútil luchar contra el pecado en el futuro.

Por ultimo, la justificación libera al alma a un verdadero servicio cristiano. Es esto también el secreto del verdadero servicio espiritual del creyente. El alma se liberada de la ansiedad acerca de sí mismo y ahora es libre de ejercer su disposición por los demás. El corazón está libre de sí mismo para dar prisa a la salvación de aquellos que están a su alrededor, con libre obediencia, agradecimiento, y amor espontáneo.


Against The Churchers, The Trinity Review, 1989-1998. The Relationship between Justification and Sanctification, Edited by John W. Robbins pages 344. 

 

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Rafael Resendiz I
9 years ago

“Así es cómo se rompen las cadenas del pecador y éste es puesto en libertad para servir a Dios. Primero libertad, luego servicio; el servicio de hombres libres de la condenación y de la esclavitud. Es por aceptar al Sustituto divino que el pecador es puesto en libertad para servir al Dios vivo. La libertad que fluye del perdón recibido de este modo es el verdadero comienzo de una vida santa.

Por lo tanto, si he de vivir una vida santa, tengo que comenzar con el Sustituto, tengo que recurrir a él para recibir perdón y liberación. Porque por él somos “librados de nuestros enemigos, sin temor” le serviremos “en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lucas 1:74, 75).

Si he de servir a Dios, y si he de poseer la “verdadera religión”, tengo que empezar con el Sustituto; porque la religión comienza con el perdón; y sin el perdón, la religión es una profesión de fe débil y molesta. “Empero hay perdón cerca de ti, para que seas temido” (Salmo 130:4). Esta es la consigna divina. No primero temer a Dios y entonces ser perdonado; en cambio, primero ser perdonado y entonces temer a Dios.”

Horacio Bonar (1808-1889)