La Voluntad de Dios (LAD VII)

Serie: Dogmática Escritural, Dios y Su Palabra.

Pregunta 29: ¿Cuáles son los Atributos de Dios?

La Voluntad de Dios

Sobre la voluntad de Dios bien podemos mencionar que ella es también un atributo comunicable hacia nosotros. Como seres humanos que somos creados a la imagen de Dios y redimidos por medio de Jesucristo, somos agentes racionales y morales ante Dios con una voluntad la cual por Su gracia es partícipe de Su Santidad (2 Pedro 1:3-8).

Ahora, cuando hablamos de la voluntad de Dios según las Escrituras, nos referimos primeramente a la voluntad innata de Dios que Él goza en sí mismo, es decir, que el Trino Dios eternamente se deleita por siempre así mismo. También nos referimos sobre este atributo de aquella voluntad determinante de Dios la cual es Su deseo Soberano que siempre es cumplido y realizado tanto en el cielo como en la tierra, pues “Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35).

Aunque la voluntad de Dios es una, pues Él es único y simple, es necesario hacer una distinción sobre la voluntad de Dios tanto en relación a sí mismo (ad intra), como de Su voluntad en relación a Su creación (ad extra), la cual es Su voluntad decretiva (Su consejo eterno y providencia) como Su voluntad preceptiva (Sus preceptos y mandamientos revelados en Su Palabra).

(1) Cuando hablamos de la voluntad decretiva de Dios nos referimos de aquel Consejo sabio y eterno de Dios establecido antes de la fundación del mundo por el cual Él determina y gobierna toda Su creación según Su Santa voluntad para la alabanza de Su gloria y de Su Nombre. Pues, “Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho.” (Salmo 115:3), y “porque ¿quién ha resistido a su voluntad?” (Romanos 9:19), “Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?” Pues Dios mismo dice en Su Palabra; “Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero.” (Isaías 14:27, 46:10). Y es precisamente por Su decreto eterno que, “en amor [fuimos] predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad,” así, “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios 1:5, 11), “Sí, Padre, porque así te agradó.” (Mateo 11:26). De este modo vemos según las Escrituras que la voluntad de Dios es el fundamento último de todas las cosas, pues como bien dijera William Perkins (1558-1602); “Sus decretos determinan lo que será hecho… porque no hay nada más alto que Su voluntad.” [1]

(2) En cambio, cuando hablamos de la voluntad preceptiva de Dios nos referimos aquella voluntad revelada de Dios en Su Palabra la cual debemos obedecer y guardar y por la cual Dios lleva a cabo Su voluntad decretiva, “Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová.” (Levíticos 18:5), “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.” (Juan 15:10) y (Romanos 3:5-7, 8:20).

Es, en las Escrituras, que encontramos la voluntad de Dios revelada la cual debe gobernar nuestras vidas como nuestras mentes siendo ella el principio regulador dado por Dios para nuestra fe y conducta, y que por causa del evangelio ahora podemos vivir para Él; “Pues tus testimonios son mis delicias, y mis consejeros.” “Vengan a mí tus misericordias, para que viva, porque tu ley es mi delicia.” “Aflicción y angustia se han apoderado de mí, mas tus mandamientos fueron mi delicia.” (Salmo 119:24, 77, 143).

De este modo vemos que tanto los preceptos como los mandamientos de Dios son de suma estima a los hijos de Dios, sin embargo y a pesar de nuestras desobediencias, Dios le ha placido en Su decreto eterno, que incluso Sus preceptos y mandamientos muchas veces sean transgredidos y quebrantados por nuestras voluntades pecaminosas y rebeldes, sin embargo eso no invalida en absoluto Su voluntad decretiva por el cual Él lleva a cabo todo según Su eterno Consejo Sabio, pues Dios cumple incluso con nuestras rebeliones Sus propósitos eternos con el fin de salvar a pecadores “para la alabanza de Su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:6, ver Hechos 2:23-24, 4:27-28).

Así, el decreto de Dios es Su voluntad Soberana y Su voluntad revelada es el medio para llevar a cabo Su decreto divino. Todo esto no implica que Dios tenga dos voluntades pues no debemos separar sino sólo distinguir entre la voluntad revelada de Dios como de Su voluntad secreta la cual obra según Sus propósitos eternos (Deuteronomio 29:29).

La aplicación de esta doctrina

Por último, sabiendo entonces sobre la voluntad de Dios tanto decretiva como preceptiva, como hijos de Dios que somos por Su gracia en Jesucristo, bien podemos descansar en el saber “… que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados..” (Romanos 8:28), y que nuestro mañana como el presente, está en las manos de Dios por lo cual debemos ser diligentes en obedecer y guardar Su voluntad revelada a nosotros la cual es nuestra santificación de toda la vida (Santiago 4:13-17, 1 Tesalonicenses 4:1-8).


[1] William Perkins, A Puritan Theology, Doctrine for life. Joel R. Beeke & Mark Jones, página 117.