La gracia de Dios (LAD XI)

Serie: Dogmática Escritural, Dios y Su Palabra.

Pregunta 33: ¿Cuáles son los Atributos de Dios?

La gracia de Dios

Hablar de la gracia de Dios es muy habitual entre los que profesan la fe Cristiana. Sin embargo, el hablar y entender por la Escritura lo que la gracia divina es en sí, hace la diferencia. Recordemos que no debemos hablar vanamente de ningún atributo de Dios, por lo cual es nuestro deber como Cristianos estudiar con mucha diligencia las Escrituras teniendo presente lo dicho por el Señor; “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” (Jeremías 9:23-24). Por lo tanto, la pregunta a responder el día de hoy es la siguiente; ¿Qué es la gracia de Dios en sí?

Muchos responderán rápidamente que la gracia de Dios es un favor inmerecido o un don gratuito de salvación que Dios concede a pecadores, la cual es una respuesta correcta inicialmente, pero incompleta e imprecisa sobre lo que la gracia de Dios es en sí al final. No olvidemos que estamos hablando sobre los atributos de Dios, es decir, estamos hablando y estudiando sobre aquellas perfecciones en Dios las cuales Él goza en sí mismo mucho antes que Él decida conceder u otorgar o comunicar cualquier virtud o bendición hacia nosotros. ¡Dios es Dios de gracia!

Si la gracia divina es solamente un favor inmerecido a pecadores, se sigue entonces que para que Dios sea Dios de gracia es necesario primeramente la existencia de ciertas criaturas las cuales hayan pecado para que luego Dios muestre Su favor inmerecido o ese don gratuito de salvación a ellas, evidenciando con ello que Dios es Dios de gracia. Ese sería un problema de no precisar con una apropiada definición sobre lo que la gracia de Dios es en sí.

Una definición más completa y apropiada sobre la gracia divina

La Escritura enseña que Dios es uno subsistiendo en Tres Personas distintas; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Porque Dios es un Dios Trino, existe en sí mismo una comunión interpersonal, ininterrumpida y eterna como también un deleite mutuo entre los miembros de la Divinidad. Los siguientes textos en la Escritura hablan de esto precisamente:

“Y ahora, glorificame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera.” (Juan 17:5). “Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:24). “yo (la sabiduría, el Logo de Dios) estaba entonces junto a Él, como arquitecto; y era su delicia de día en día, regocijándose en todo tiempo en su presencia” (Proverbs 8:30).

La raíz del significado de la palabra gracia en el AT es esencialmente en sí, hermosura o belleza. Esto lo vemos por ejemplo en el Salmo 45:2-3 en donde leemos lo siguiente y que en última instancia es dirigido a Cristo, el Rey de gloria y majestad;

“Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre. ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, con tu gloria y con tu majestad.”

Así, la gracia de Dios por definición es Su hermosura y belleza en todas Sus perfecciones infinitas. La gracia de Dios es Su propio Ser. Dios es luz y no hay oscuridad en Él en absoluto. Él es justicia, verdad, sabiduría, amor y vida. Él es el único y supremo bien, por eso Dios es infinitamente hermoso, encantador, agradable, atractivo y bello pues Él es el único Dios verdadero. ¡La gracia de Dios es Dios mismo!

En cuanto a la gracia como un favor inmerecido, esto debe entenderse en relación a la voluntad de Dios que es libre y soberana la cual determina según Su beneplácito, quienes será partícipes de lo que Dios es en sí mismo. Es por pura gracia concedida en, y por medio de Jesucristo (Efesios 1:3-14, Tito 3:4-7), que somos partícipes de tan gloriosa bendición que es Dios mismo (1 Juan 1:-4). Dios nos concede por gracia dicho acceso a Él para que por medio de Jesucristo, ahora podamos gozarnos en Dios y en Jesucristo por Su amor y bondad hacia nosotros, algo que era inimaginable e imposible alcanzar por nuestra parte (Salmo 16:11, 28:7, 43:4, 105:43). Por lo tanto, gracia como un favor inmerecido significa ser escogido por Dios como el ser redimido por Él en Jesucristo, con el fin de ser partícipes de lo que Dios es en sí sin ningún merecimiento de nuestra parte, sin ninguna clase de dignidad en nosotros para ello.

Resumimos pues que cuando la Escritura habla de que Dios es Dios de gracia, debemos entender por un lado que ella habla de Su hermosura y belleza, pues esto es una característica y un atributo eterno de Dios, incluso si nosotros nunca hubiésemos sido creados o si nadie hubiese sido salvo al final. Dios es eternamente Dios de gracia. Por otro lado debemos entender también que gracia es un favor inmerecido, este favor es libre y soberano por parte de Dios y lo concede a Sus criaturas según Su voluntad. Ser salvo por la sola gracia significa que la gracia divina es la única fuente, la sola explicación, la última razón y el fundamento suficiente de nuestra salvación.

“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Pedro 5:10-11).