¿Cuáles son las consecuencias lógicas de unir Iglesia-Estado?

Además de Kirk quien dijo literalmente “There is no separation of church and state… It’s a fabrication”  (no hay separación Iglesia-Estado; es una ficción), varios políticos han negado o minimizado la doctrina de separación Iglesia-Estado con formulaciones equivalentes:

  • Lauren Boebert (representante, CO) — En un culto (jun 2022): “I’m tired of this separation of church and state junk… [no está] en la Constitución.”

  • Mike Johnson (speaker de la Cámara) — En CNBC (nov 15, 2023): “The separation of church and state is a misnomer… it’s not in the Constitution.”

  • Doug Mastriano (senador estatal PA, excandidato a gobernador) — En Meet the Press Reports (2022): “So much for this myth of separation between Church and state.”

  • Rick Santorum (ex senador, PA) — En ABC This Week (2012): “I don’t believe in an America where the separation of church and state is absolute.”

Veamos ahora el siguiente caso. Asumiendo la unión que se hace de Iglesia-Estado según la ekklesia de Mateo 16:18, y teniendo la promesa de indefectibilidad y el supuesto monopolio del poder en la asamblea del Estado, ¿cuáles serían las demandas que Jesucristo hace a Su «Iglesia» en el NT y si, en verdad, la política del conservadurismo en EE. UU. cumple ese mandato?

  1. Confesar y anunciar a Cristo (kerygma), hacer discípulos, bautizar y enseñar todo lo que Él mandó (Mateo 16:16–18; 28:18–20)

  2. Amar como Cristo amó (ágape visible): “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros… En esto conocerán todos…” (Juan 13:34–35); y vivir el compendio de la Ley: amor a Dios y al prójimo (Mateo 22:37–40; Romanos 13:8–10).

  3. Apacentar y cuidar al rebaño: “Apacienta mis corderos… mis ovejas” (Juan 21:15–17), es decir, cuidado pastoral real, no dominio político; edificación del cuerpo en amor, no por coerción (Efesios 4:11–16).

  4. Cuidar a los vulnerables y marginados. Cristo exige una diaconía prioritaria hacia huérfanos, viudas y forasteros. Esto no es opcional: es la “religión pura” en acción (Santiago 1:27). En Hechos 6:1–6 se instituye el diaconado por el descuido de las viudas; la Iglesia crea estructuras para que nadie quede atrás. En 1 Timoteo 5:3–16 hay criterios de registro, sostenimiento y prioridades familiares; y el propio Pablo ejemplifica esta carga: “solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer” (Gálatas 2:10).

  5. Practicar la hospitalidad con el forastero: “No os olvidéis de la hospitalidad…” (Hebreos 13:2); “practicando la hospitalidad” (Romanos 12:13). Los gentiles, antes “forasteros y advenedizos”, ahora son “conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:12–19). La Iglesia incorpora y dignifica al extranjero, mayormente si es de la fe; no lo expulsa por criterios arbitrarios o xenófobos.

  6. Hacer justicia y misericordia, con atención al “pequeño”: el servicio a los “más pequeños” es servicio a Cristo (Mateo 25:31–46). Además, se prohíbe el favoritismo hacia los ricos en la ekklesia (Santiago 2:1–7).

Si, en ese marco, se absolutiza el aparato estatal en nombre de la ekklesia, lo que resulta no es la Iglesia obediente a Cristo, sino otra religión, apóstata del mandato del Señor.
No solo sabemos que la izquierda es falsa por no tener a Cristo y Su Palabra como fundamento de su política, sino también sabemos que el “conservadurismo de derecha” se vuelve falso —teológica y moralmente— cuando confunde y pretende unir instituciones a una fe civil heterodoxa, lejos de los mandatos explícitos de Cristo. No es la etiqueta política lo que valida o invalida, sino su relación con el Señorío de Jesús y las obras que Él demanda. Ni la derecha ni la izquierda son el Reino de Cristo. El Reino no avanza por coerción estatal, sino por Palabra y Espíritu (Juan 18:36; 2 Corintios 10:4).

Así de simple.

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