La creación del ser humano; su propósito principal

Nuestra Confesión de fe Belga dice; “Creemos, que Dios ha creado al hombre del polvo de la tierra, y lo ha hecho y formado según Su imagen y semejanza, bueno, justo y santo; pudiendo con su voluntad convenir en todo con la voluntad de Dios…” (Artículo 14).

El ser humano fue creado para glorificar y disfrutar de Dios eternamente

Comencemos con la siguiente pregunta; ¿Cuál sería el propósito principal del hombre al ser creado? Parte de esta respuesta la encontramos en Día del Señor 3, respuesta 6 de nuestro Catecismo de Heidelberg;  “que rectamente conociese a Dios su Creador, le amase de todo corazón, y bienaventurado viviese con Él eternamente, para alabarle y glorificarle.”

De este modo vemos que, 1) ya que el objetivo principal de Dios con Su creación es la gloria de Su Nombre en la revelación de Sus infinitas virtudes y perfecciones como también en la revelación de Su propia vida pactual que gozan los miembros de la Trinidad, 2) en lo cual Dios quiso establecer y revelar dicho pacto en la persona y obra de Jesucristo, 3) haciendo así partícipe al ser humano en tan gran bendita bendición al decretar su incorporación en dicho pacto de gracia; es que decimos que Dios creó al hombre para que éste “le conociese rectamente, le amase de todo corazón, y bienaventurado viviese con Él eternamente (por pura gracia), para alabarle y glorificarle.”

Este el propósito principal del porqué el hombre fue creado. Todo lo demás debe servir a este fin y al objetivo principal de Dios que es la exaltación de Su propio Nombre y gloria. Por esa razón confesamos que; “Creemos, que Dios ha creado al hombre del polvo de la tierra, y lo ha hecho y formado según Su imagen y semejanza, bueno, justo y santo; pudiendo con su voluntad convenir en todo con la voluntad de Dios…”

Eso precisamente es lo que leemos en Isaías 43:7;

“todos los llamados de mi Nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.”

Esto es solo posible por el mediador del pacto de gracia

Ahora, sabemos que el pecado trajo muerte, y muerte espiritual (tema que estaremos viendo con más detalle luego), sin embargo, la caída de toda la raza humana en Adán como la reprobación de algunos hombres posterior a Adán y según el decreto divino establecido desde antes de la fundación del mundo, solo sirve y está relacionado como medio para alcanzar el fin supremo de Dios y el propósito principal del hombre en la mira de Dios. Pues a Dios le ha placido darse a conocer a los Suyos en Cristo, y revelar las virtudes de Su propia gloria para que el hombre bienaventurado por Dios mismo, pueda disfrutar de Él eternamente.

Zacarías Ursino, autor de nuestro Catecismo de Heidelberg en su obra para estudiantes de teología él hace la siguiente pregunta; “¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte?”

A lo cual responde; “Que fui creado por Dios a Su imagen para vida eterna; y después que voluntariamente estaba perdido en Adán, Dios, de Su infinita y libre misericordia, me tomó a Su pacto de gracia para darme por fe; la justicia y la vida eterna debida a la obediencia y muerte de Su Hijo quien fue enviado en la carne [por mi]. Y que Él mismo selló Su pacto en mi corazón por Su Espíritu Santo quien me renueva a la imagen de Dios y clama en mí; “Abba” Padre, [esto] por Su Palabra y los signos visibles de este pacto.” [1]

Por su parte, Gaspar Oleviano el otro autor de nuestro Catecismo responde a la siguiente pregunta: ¿En qué consiste la felicidad humana?  y su respuesta es: “En estar unido y tener comunión con Dios, quien es la única fuente de la felicidad.”

Y más adelante él continúa; “Podemos ver de lo siguiente que este pacto [de amor y amistad] entre Dios y nosotros es de pura gracia y no descansa sobre ninguna condición de nuestra propia dignidad o mérito, sino que se manifiesta sólo por medio de la fe.” [2]

Así, hablar de la creación y especialmente sobre la creación del ser humano es hablar de que el hombre fue creado para estar en comunidad y en comunión. El destino del hombre es comunión. Esto lo vemos primeramente en el huerto del Edén el hombre con Dios, luego en sus relaciones interpersonales del ser humano antes de la caída y posterior a ella, para luego y por medio de Cristo y definitivamente con Dios por la eternidad. Dios creo al hombre para hacerlo participe en comunidad y en comunión y por gracia de lo que Dios es en sí mismo; ese vinculo perfecto de amor y amista entre los miembros de la Trinidad. En las Palabras de Herman Bavinck;

“El pacto también nos recuerda que la humanidad entera y completa se encuentra en comunidad; La humanidad como un todo es la imagen de Dios en la creación como en la redención. Esto subraya la noción de liderazgo federal: Adán sobre la creación, Cristo sobre la humanidad redimida.” [3]

Cristo es la revelación plena de dicha bienaventuranza para nosotros. Por esa razón el pueblo de Dios debe dar toda la gloria a Dios por Jesucristo quien es nuestra firme esperanza y suma felicidad como el Mediador del pacto de gracia.

“Alégrese Israel en su Hacedor; Los hijos de Sion se gocen en su Rey.” (Salmo 149:2).


[1] Zacharius Ursinus, Large Catechism, Q.A. 1
[2] Gaspar Oleviano, The covenant, Theology of Caspar Olevianus, Lyle Bierma, páginas 63-64.
[3] Bavinck, Herman. Reformed Dogmatics: Abridged in One Volume, página 334.