Quiero explicar en breve con ayuda del catecismo de Heidelberg, como de un imposible lógico podemos explicar la solución estrictamente lógica al dilema entre la misericordia de Dios y Su justicia. Comencemos primeramente por la disyuntiva entre la misericordia de Dios y Su justicia;
Sabemos que Dios ha jurado que Él no se complace en la muerte del pecador (Ezequiel 33:11); como también sabemos que Dios ha jurado que el alma que pecare, esa morirá (Ezequiel 18:4, ver también Exodo 34:7).
Para comprender la importancia de ambos juramentos hago la siguiente pregunta: ¿Qué pasa si una «fuerza irresistible» choca contra un «objeto inamovible»?
Obviamente si existe una cosa tal como una fuerza irresistible, entonces, NO puede existir un objeto inamovible, y viceversa. Es lógicamente imposible. Si de alguna forma existieran ambas cosas, ambas deberían permanecer pero no existe solución alguna que relaje la tensión mental a este dilema. Ahora, en el caso de lo que Dios ha jurado, ¿Cuál de ambos juramentos debe prevalecer?, ¿Debe uno de ellos invalidar el otro? o ¿Pueden ambos permanecer paradójicamente?
Quien apele a un juramento invalidado el otro debe leer nuevamente su Biblia, y quien apele a lo paradójico tendrá que repasar nuevamente su comprensión del Evangelio. La solución a esta disyuntiva entre la misericordia y la justicia de Dios es que alguien siendo capaz haya interferido en ambos juramentos; absorbiendo así uno (la ira de Dios por el pecado) y concediendo así el otro (perdón de pecados).
Eso es precisamente lo que responde el catecismo de Heidelberg en las siguientes preguntas.
12. Si por el justo juicio de Dios merecemos penas temporales y eternas, ¿no hay ninguna posibilidad de librarnos de estas penas y reconciliarnos con Dios?
Dios quiere que se de satisfacción a su justicia [a]: por eso es necesario que la satisfagamos enteramente por nosotros mismos o por algún otro [b].
a. Génesis 2:17; Éxodo 23:7; Ezequiel 18:4; Mateo 5:26; 2 Tesalonicenses 1:6; Lucas 16:2
b. Romanos 8:4
13. Pero, ¿podemos satisfacerla por nosotros mismos?
De ninguna manera: antes acrecentamos cada día nuestra deuda [a].
a. Job 9:2; Job 15:15,16; Job 4:18,19; Salmo 130:3; Mateo 6:12; Mateo 18:25; Mateo 16:26.
14. ¿Podría hallarse alguien que siendo simple criatura pagase por nosotros?
No, primero porque Dios no quiere castigar, en otra criatura, la culpa de la cual el hombre es responsable [a]. Segundo, porque una simple criatura es incapaz de soportar la ira eterna de Dios contra el pecado y librar a otros de ella [b].
a. Ezequiel 18:4; Génesis 3:17
b. Nahum 1:6; Salmo 130:3
15. Entonces, ¿qué Mediador y Redentor debemos buscar?
Uno que sea verdadero hombre [a] y perfectamente justo [b], y que además sea más poderoso que todas las criaturas, es decir, que sea al mismo tiempo verdadero Dios [c].
a. 1 Corintios 15:21
b. Hebreos 7:26
c. Isaías 7:14; Isaías 9:5; Jeremías 23:6; Lucas 11:22
16. ¿Por qué debe ser verdadero hombre y perfectamente justo?
Porque la justicia de Dios exige que la misma naturaleza humana que pecó, pague por el pecado [a]; y el hombre que es pecador, no puede pagar por otros [b].
a. Ezequiel 18:4, 20; Romanos 5:18; 1 Corintios 15:21; Hebreos 2:14, 15,16
b. Hebreos 7:26, 27; Salmo 49:7; 1 Pedro 3:18 17.
17. ¿Por qué debe ser también verdadero Dios?
Para que, por la potencia de su Divinidad [a], pueda llevar en su humanidad [b] la carga de la ira de Dios [c], y reparar y restituir en nosotros la justicia y la vida [d].
a. Isaías 9:5; Isaías 63:3
b. Isaías 53:4, 11
c. Deuteronomio 4:24; Nahum 1:6; Salmo 130:3
d. Isaías 53:5, 11
18. Mas, ¿quién es este Mediador, que al mismo tiempo es verdadero Dios [a] y verdadero [b] hombre perfectamente justo [c]?
Nuestro Señor Jesucristo [d], el cual nos ha sido hecho por Dios Sabiduría, Justicia, Santificación y perfecta Redención [e].
a. 1 Juan 5:20; Romanos 9:5; Romanos 8:3; Gálatas 4:4; Isaías 9:6; Jeremías 23:6; Malaquias 3:1
b. Lucas 1:42; Lucas 2:6, 7; Romanos 1:3; Romanos 9:5; Filipenses 2:7; Hebreos 2:14, 16, 17; Hebreos 4:15
c. Isaías 53:9, 11; Jeremías 23:5; Lucas 1:35; Juan 8:46; Hebreos 4:15; Hebreos 7:26; 1 Pedro 1:19; 1 Pedro 2:22; 1 Pedro 3:18
d. 1 Timoteo 2:5; Mateo 1:23; 1 Timoteo 3:16; Lucas 2:11; Hebreos 2:9
e. 1 Corintios 1:30
19. ¿De dónde sabes esto?
Del Santo Evangelio, el cual Dios reveló primeramente en el paraíso [a], y después lo anunció por los santos patriarcas [b] y profetas [c], y lo hizo representar por los sacrificios y las demás ceremonias de la Ley [d]: y al fin lo cumplió por su Hijo unigénito [e].
a. Génesis 3:15
b. Génesis 22:18; Génesis 12:3; Génesis 49:10
c. Isaías 53; Isaías 42:1-4; Isaías 43:25; Isaías 49:5-6, 22-23; Jeremías 23: 5, 6, 31-33; Jeremías 32:39-41; Miqueas 7:18-20; Hechos 10:43; Hechos 3:22-24; Romanos 1:2; Hebreos 1:1
d. Hebreos 10:1, 8; Col. 2:7; Juan 5:46
e. Romanos 10:14; Gálatas 4:4; Gálatas 3:24; Colosenses 2:17