Por Ron Hanko
El nombre de Cristo no es el mismo tipo de nombre que Jesús. Jesús es el nombre personal del Salvador, pero Cristo es un título. Al igual que otros títulos —ta les como; Presidente, Primer Ministro, miembro del Parlamento, y el congresista— los títulos describen la posición y el trabajo que Jesús tiene en el reino de Dios.
Por esta razón Jesús es a veces llamado el Cristo de la misma manera que alguien más podría ser llamado el Presidente de alguna nación. La diferencia es que Cristo es único. Nunca ha habido, ni nunca habrá otro Cristo.
Cristo significa “ungido” (Mesías significa lo mismo y es el equivalente del Antiguo Testamento del nombre de Cristo). Se refiere al hecho de que Jesús es especialmente nombrado y ordenado por Dios para hacer el trabajo del reino de Dios. Él fue ungido públicamente por el Espíritu de Dios en el momento de su bautismo (Mateo 3:16), como fue predicho en Isaías 61:1-3 donde también se describe su trabajo como el ungido.
¿Cuál es la posición y la obra de Cristo en el reino de Dios? Es la de un Profeta, Sacerdote y Rey. El Catecismo de Heidelberg, uno de los grandes credos de la Reforma, se pregunta, “¿Por qué es llamado el Cristo, es decir, el ungido?” La respuesta es la siguiente: “Porque fue ordenado del Padre y ungido con el Espíritu Santo para ser nuestro supremo Profeta y Maestro, quien nos ha revelado plenamente el secreto consejo y voluntad de Dios acerca de nuestra redención, para ser nuestro único y supremo Pontífice quien por el sólo sacrificio de su cuerpo nos ha redimido e intercede continuamente delante del Padre por nosotros y para ser nuestro eterno Rey que nos gobierna por su Palabra y su Espíritu, y nos guarda y conserva la redención que nos ha adquirido.” [1]
Esta referencia a los oficios Proféticos, Sacerdotal y Regios en el nombre de Cristo, es la razón de porque el nombre es tan importante. Este nombre es el fundamento de la iglesia (Mateo 16:18), ya que la iglesia no puede existir sin la obra de Cristo como Profeta, Sacerdote y Rey. El nombre de Cristo, confesado, es la prueba de la regeneración (1 Juan 5:1), porque nadie puede creer en Él a menos que Cristo le haya hablado como Profeta, haya ofrecido sacrificio por él como Sacerdote, y liberado de Satánas como Rey.
Confesar que Jesús es Cristo no es meramente decir el nombre, pero decir que Él es nuestro Sumo Profeta y Maestro, nuestro único Sumo Sacerdote, y nuestro eterno Rey. Es un reconocimiento de que seremos enseñados por Él solamente, gobernados por Él solamente, y bendecidos por Él solamente. No es de extrañar entonces, que nadie puede decir que Jesús es el Cristo excepto por un regalo del cielo.
Que Jesús es Cristo significa también que Él es el único que puede mantener estos oficios y realizar el trabajo que le pertenece a Su pueblo. Nosotros no necesitamos que nadie nos enseñe (1 Juan 2:27). ¡No necesitamos otro sacerdote o sacrificio! Reconocemos no otro Rey, porque Él es el Rey de reyes y el Señor de señores. Él es único.
Confesar que Jesús es el Cristo, es que busquemos salvación en Él solamente.
[1] Catecismo de Heidelberg, día del Señor 12, pregunta y respuesta 31.
Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 121-122.
Título en inglés: The Name of Jesus.
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