Jesús no sólo es el Hijo de Dios; Él también es el Hijo del hombre. Este nombre Hijo del hombre, hace énfasis en la verdadera humanidad de nuestro Salvador.
Es el nombre que Jesús usa para sí mismo, y se encuentra con mayor frecuencia en el Evangelio según San Lucas, tal como lo esperaríamos. De la misma manera que Juan hace énfasis a menudo de la maravillosa verdad de que Jesús es Dios y que utiliza para ello el nombre del Hijo de Dios, así del mismo modo Lucas hace énfasis a la verdad de que Jesús es como nosotros en todo, menos en el pecado, y utiliza el nombre de Hijo del hombre para ello. El énfasis de Lucas en la humanidad de Cristo es también la razón de la historia del nacimiento y de la infancia de Cristo, y que es más plenamente contada por Lucas.
El hecho de que Jesús es el Hijo del hombre significa que Él ha nacido en este mundo tal como nosotros, que Él vivió y murió aquí, que Él es “de hueso y carne” con nosotros, y que Él es tan real y verdaderamente parte de la raza humana como nosotros mismos. Incluso significa que Él fue “tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.” (Hebreos 4:15).
Que Jesús es plenamente y verdaderamente hombre es tan importante como la verdad de que Él es Dios. Si Él no fuera un hombre como nosotros en todas las cosas, Él no podría ser nuestro Salvador. Como un hombre Él tomó el lugar de Adán (1 Corintios 15:45-47) y nos representó ante Dios. Como nuestro representante, Él tomó sobre sí nuestros pecados, asumió toda la responsabilidad de ellos, e hizo expiación por nosotros.
Si Él no fuera hombre, Él no podría haber sufrido y muerto. Si Él no fuera plenamente humano, Él no podría en justicia haber tomado nuestro lugar en la cruz y haber sido castigado por nuestros pecados, porque que el hombre debe sufrir por el pecado del hombre. Si Él no fuera como nosotros en todas las cosas, Él no podría haber sido misericordioso y compasivo Sumo Sacerdote quien está compadeciéndose de “nuestras debilidades” (Hebreos 4:15).
Como hombre, Jesús es el único en quien habita toda la plenitud de la Deidad corporalmente (Colosenses 2:9). Por lo tanto, es por Él y a través de Él que nosotros conocemos la imagen del Dios invisible, aquel en cuyo rostro brilla “la luz del conocimiento de la gloria de Dios” (2 Corintios 4:6). “El que me ha visto a mí, —dice Jesús— ha visto al Padre ” (Juan 14:9).
Hay pues, un gran consuelo para los creyentes en el nombre de Hijo del hombre. Este nombre es la manera en que Jesús nos dice que Él ha vivido aquí en la tierra, que ha sufrido las mismas cosas que sufrimos, que fue tentado en todo según nuestra semejanza, que murió nuestra muerte, y que ha resucitado de nuevo para nuestra gloria eterna. Nos asegura que Él conoce nuestras necesidades, no sólo como quien sabe todas las cosas, sino también como quien así mismo tuvo esas mismas necesidades “en los días de su carne ” (Hebreos 5:7). Esto nos convence de que Él es capaz de ayudarnos en todas nuestras enfermedades y debilidades, ya que todos estas cosas Él las conoce de primera mano. Es la garantía de que el hombre ha hecho expiación por el pecado del hombre y que la muerte de Cristo tiene poder salvífico. Como el Hijo del hombre, Jesús es verdaderamente nuestro Hermano Mayor.
Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 125-126.
Título en inglés: The Name Son of Man.