La misericordia de Dios (LAD X)

Serie: Dogmática Escritural, Dios y Su Palabra.

Pregunta 32: ¿Cuáles son los Atributos de Dios?

La misericordia de Dios

Dios es rico en misericordia, aún más, en Cristo Jesús Dios es nuestro Padre misericordioso (Efesios 2:4, Lucas 6:36). Es esto precisamente lo que contemplamos en el Salmo 103, un Salmo maravilloso que habla especialmente sobre la misericordia de Dios hacia Su pueblo.

Como vemos en el Salmo 103, la misericordia de Dios presupone dos cosas fundamentales y esenciales en Dios; 1) Su amor y 2) Su deleite por el bienestar de los objetos de Su misericordia. De ahí “Sus beneficios” hacia nosotros los cuales incluyen “perdón de pecados,” consuelo y alivio a “nuestras dolencias” a causa de Su amor infinito, pues Dios es quien nos “recata del hoyo” y nos corona por Cristo de “favores y misericordias.” Es precisamente por Cristo que Dios “no ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados,” sino Él ha sido “misericordioso y clemente; lento para la ira, y grande en misericordia.” Él hizo “alejar de nosotros nuestras rebeliones,” pues “Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.”

Incluso, Dios añade gracia sobre gracia pues leemos que; “El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más. Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.”

Por todo esto decimos juntamente con el Salmista, “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.”

El gran Reformador Juan Calvino (1509-1564) en la introducción de este Salmo dice lo siguiente;

“En este Salmo se enseña a todo hombre piadoso a dar gracias a Dios por las misericordias que se le ha concedido en particular y por consiguiente por la gracia que Dios le ha concedido a todos sus elegidos en común, haciendo un pacto de salvación con ellos en Su ley para hacerlos partícipes de su adopción. Sin embargo el Salmista magnífica principalmente la misericordia por la cual Dios sostiene y establece [Su pacto] con Su pueblo; no por su cuenta o méritos alguno de ellos, pues ellos sólo merecen ser visitados con severos castigos por sus pecados, mas porque Dios se ha compadecido de ellos y de su fragilidad. El Salmo concluye finalmente con una atribución general de alabanza a Dios [por tal misericordia].” [1]

El atributo divino en sí mismo

Sin embargo, hablando estrictamente sobre los atributos de Dios y en este caso sobre la misericordia divina, debemos decir y enfatizar que este atributo es propio del Ser de Dios y que Él mismo goza eternamente de este atributo incluso si no existieran dichos objetos externos a Él mencionados en el Salmo 103 para mostrar así Su misericordia a ellos. Dios es misericordioso eternamente, todo suficiente e independiente de Su creación, pues Él mismo como el bien Supremo y Bendito que Él es, es rico en infinita misericordia. Esto significa que entre las Personas de la Trinidad cada uno como miembro activo que es, goza el bien del otro deleitándose mutuamente en dicha bendición. Así, Dios quién es rico en misericordia lo es eternamente como el Dios Trino que El es. Es solamente cuando Dios determina fuera de sí mismo ser misericordioso con los vasos de misericordia que Él ha escogido en Cristo, es que podemos nosotros por causa de Su gracia soberana conocer Su infinita misericordia y compasión hacia nosotros.

Esto es precisamente lo que tanto Moisés como el apóstol Pablo dicen sobre este tema; “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová! !!Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.” (Éxodo 34:6-7).

“Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.” (Romanos 9:15-18).

Por lo tanto, no olvidemos que esta perfección es tanto propia del Ser de Dios la cual goza en sí mismo independientemente de Su creación como también que es por Su libre y soberana voluntad que Él nos hace partícipes de ella para que juntamente con el Salmista podamos decir; “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.”


[1] Calvin's Commentaries, Vol. 11: Psalms, Part IV, tr. by John King, [1847-50], at sacred-texts.com