Visión de Gordon H. Clark sobre la deducción infalible de las Escrituras

Introducción

Gordon H. Clark afirmaba que la única fuente de proposiciones indemostrables en el conocimiento humano es la propia Escritura, pues ella, inspirada por el Espíritu, posee autoritas absoluta. Su visión presuposicionalista parte de la convicción de que “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16), y de que, por tanto, sus afirmaciones no admiten error ni corrección humana. Desde esta premisa, Clark defendía que las verdades bíblicas —como “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4) o “Cristo es Señor” (1 Corintios 12:3)— constituyen axiomas irrefutables de los cuales todo conocimiento teológico debe deducirse y aplicarse.

1. La Escritura como axioma último

Para Clark, un sistema de conocimiento necesita puntos de partida indemostrables (axiomas). En contraste con la filosofía moderna —que busca axiomas en la experiencia, la razón o la intuición— Clark afirma que solo la Biblia puede proporcionar premisas verdaderas sin necesidad de demostración externa. Todas las premisas bíblicas, al ser inspiradas divinamente, son consideradas infalibles; no admiten corrección humana en su contenido esencial.

En la estructura lógica que propone, la deducción se entiende como un proceso puramente formal: si las premisas son verdaderas y el razonamiento válido, la conclusión es necesariamente cierta. De esta manera, la deducción Escritural es en sí misma infalible, pues no añade ni quita contenido: únicamente expone lo que ya está contenido en la Revelación divina. Sin embargo, Clark reconocía que el creyente puede equivocarse al interpretar un pasaje o al aplicar mal las reglas de la lógica; estos errores no residen en el método deductivo, sino en la exégesis deficiente o en falacias formales. Así, la responsabilidad recae enteramente en la fidelidad del intérprete a la letra y al sentido de las Sagradas Escrituras.

Esta concepción tiene profundas implicaciones para nuestra teología y nuestra apologética. Por un lado, reafirma la autoridad suprema de la Biblia frente a cualquier tradición o experiencia subjetiva, impidiendo añadir enseñanzas ajenas al texto divino. Por otro lado, plantea un reto para la práctica eclesial: exige que cada doctrina sea examinada con rigor deductivo a partir de los datos bíblicos, sometiendo la tradición y la razón natural a la unificación lógica que brota de la Escritura misma.

2. La exégesis y las reglas de la lógica

Gordon H. Clark sostiene que la única fuente última de proposiciones indemostrables (axiomas) es la Escritura misma, la cual es infalible en cuanto viene de Dios. De ella parte todo conocimiento verdadero mediante deducción lógica estricta. La deducción, en su sistema, es un proceso puramente formal: si las premisas son verdaderas y el silogismo válido, la conclusión es necesariamente verdadera. Por tanto, la deducción Escritural es infalible en principio, porque no añade ni quita nada: sólo despliega lo que ya estaba contenido en las Premisas. Sin embargo, Clark reconoce que los creyentes—si malinterpretan un pasaje o aplican mal las reglas lógicas—pueden llegar a conclusiones falsas. La falla no está en la deducción en sí, sino en una interpretación errónea de las premisas bíblicas y en falias lógicas (silogismos inválidos).

3. Logicismo y certitud

Clark adopta un enfoque logicista: una vez señaladas las premisas, la deducción es puramente formal y no introduce error. En su obra God and Knowledge expone que:

  1. Verdad de las premisas (Escrituras tomadas correctamente).

  2. Validez del razonamiento (Silogismos bien construidos).

  3. Necesaria verdad de la conclusión.

Por tanto, “si los axiomas son verdaderos y el silogismo válido, la conclusión no puede ser falsa”. Esto convierte a la deducción Escritural en un proceso infalible en sí mismo:

  • Deducción válida + premisas bíblicas correctas ⇒ conclusión infalible.

  • Cualquier proposición cristiana debe someterse a este escrutinio riguroso: ¿Se deriva lógicamente de las Escrituras?

Conclusión

Para Gordon H. Clark, la deducción a partir de la Escritura es, en su esencia, infalible, siempre que se parta de premisas inspiradas y se aplique con rigor la lógica formal. Cualquier error recae, por tanto, en la interpretación o en el método del intérprete, no en la Escritura ni en la deducción misma. Este énfasis en la pureza lógica y la autoridad bíblica propone un modelo teológico exigente, donde la fe debe “someterse a toda regla de lógica y a toda regla de exégesis” para garantizar que las proposiciones cristianas reflejen fielmente la voluntad revelada de Dios.

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