Por John W. Robbins [1]
El enfoque de los afectos y la vida del cristiano está por encima de él mismo. Ya que se encuentran “donde Cristo está sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3: 1). El pasaje bíblico que con mayor frecuencia se alude en el Nuevo Testamento del Antiguo Testamento es el Salmo 110; “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra. . . .” Es necesario hacer esta aclaración de que Cristo está a la diestra de Dios Padre y no que Cristo está en el corazón del ser humano, ya que esto es el gran énfasis de la proclamación apostólica.
Cristo con su muerte ha logrado, ha perfeccionado, ha justificado, y ha asegurado la salvación de su pueblo, y Él ha traído la vida y la inmortalidad a todos ellos por medio del Evangelio. Pero todas estas bendiciones se encuentrán en Cristo, reservadas en los cielos para todos los que son guardados por el poder de Dios mediante la fe (1 Pedro 1: 3-5). El cristiano no posee estas bendiciones dentro de sí mismo, ya que se encuentran fuera de él y están en la persona de Cristo. Cristo mismo quien está a la diestra de Dios Padre, y que está ausente temporalmente de sus santos en la Tierra, es la redención, la justicia, la seguridad, la perfección y la vida de su pueblo. Es el Espíritu Santo quien mora en los santos para dirigir sus afectos, su fe y su atención fuera de sí mismos y dirigirlos a Cristo quien está a la diestra de Dios Padre.
En contraste a esto, vemos el espíritu del Anticristo. Daniel, el gran profeta que describe al Anticristo, dijo, “arrojará por tierra la verdad y hará su voluntad y prosperará.” (Daniel 8:12).
Considere lo siguiente de cómo fue derribada la verdad de la justificación por la sola fe por tierra. La justicia del cristiano con Dios está a la diestra de Dios Padre. Pero a través de la influencia de la naturaleza humana pecaminosa –el hombre de pecado-, la iglesia perdió esta gran verdad de la justificación. Cada vez más se centra en la obra interior de la gracia en el corazón humano. Ultimamente, la Iglesia enseña que la justicia del cristiano con Dios se encuentra en la obra del Espíritu Santo en su corazón, la experiencia de su renovación y su santificación. La justicia personal del creyente en la tierra fue colocada en lugar de la justicia vicaria de Cristo en el Cielo. La fe ya no se dirige al hecho y la muerte de Cristo para la justificación con Dios de Su pueblo. Sino fue dirigida a la experiencia interior del creyente. En resumen, una justicia presente en la Tierra (las buenas obras de los hombres) tomó el lugar de la justicia celestial y toda suficiente en el cielo (las buenas obras de Cristo) que intercede por los pobres pecadores a la diestra de Dios. Así es que el hombre de pecado arrojó por tierra la verdad.
Todo el desarrollo del sistema Romano es una demostración de lo que ocurre cuando el corazón humano y la experiencia interna religiosa se convierten en el foco de atención de la Iglesia. Lo que lo hace más terrible es que se realiza bajo un pretexto de piedad. Esto se lleva a cabo con el pretexto de honrar al Espíritu Santo que habita en los cristianos. James Buchanan señalado la doctrina del Anticristo cuando escribió:
Tal vez no hay error más sutil o plausible sobre el tema de la justificación que aquel que hace descansar [la justificación ante Dios] en la presencia interior y la obra de gracia del Espíritu Santo en el corazón [del hombre]. . . nada puede ser más anti-escritural en sí mismo o más pernicioso para las almas de los hombres que la sustitución de la obra de gracia del Espíritu en nosotros, por la obra vicaria de Cristo por nosotros, como la base de nuestro perdón y aceptación ante Dios [2].
Cuando la rectitud personal del hombre toma el lugar de la justicia sustitutiva de Cristo, todo el proceso de poner al hombre en el lugar de Dios ha comenzado. Así la Iglesia usurpó la autoridad de Cristo, su voz se extendió como la voz de Dios, sus sacerdotes se convirtieron en mediadores en el lugar de Cristo, y su misa se estableció como el sacrificio presente y experimental del hombre en lugar de la cruz histórica. Todos los horrores del sistema papal son corolarios de su único gran error, de poner la justicia dentro del hombre en su corazón en el lugar de la justicia de Cristo fuera de éste.
La herida mortal
Lutero no centró su ataque contra los abusos del papado, sino contra su doctrina de la justificación. Quejándose contra los entusiastas radicales quienes apuntaban su ataque a las costumbres y abusos papales, Lutero dijo:
Debemos con diligencia enseñar e instar cada vez más a este artículo de la justificación, el cual es el único artículo que en su momento hizo su amenaza a la autoridad del Papa y desgarro su reinado. . . . Las imágenes y otros abusos en la iglesia habrían caído en sí mismos si se hubiese enseñado diligentemente este artículo de la justificación. [3]
La Reforma restauró la verdad de la justificación por la sola fe, una justicia que no se encuentra en la tierra sino en el cielo, no en el hombre, sino en Cristo, no personal, sino vicaria, no infundida pero imputada, no ganada meritoriamente pero dada por gracia inmerecida, no experimental pero judicial, no psicológica pero legal. Esta fue la espada de la verdad que infligió con golpe sobre el papado y que la profecía de Juan lo describió como una “herida mortal” (Apocalipsis 13: 3).
[1] Antichrist, Against the Churches, The Trinity Review, 1989-1998, pages 261-262. [2] The Doctrine of Justification [London: The Banner of Truth Trust, 1961], 401, 402. [3] Un Comentario sobre la Epístola de St. Paul a los Gálatas [Londres: James Clarke & Co. Ltd., 1953], 218, 219.
“La felicidad de los fieles es la gloria celestial”.
~ Juan Calvino