El Pacto

Serie: Dogmática Escritural, Dios y Su Palabra.

Pregunta 40: ¿Cuál es el propósito esencial de Dios en crear?

Antes de pasar a ver las obras de Dios en Su creación y de Sus propósitos eternos con ella, es necesario tener presente la idea central de Sus propósitos, que es la revelación de Su vida pactual que Él vive y goza en sí mismo, y que de forma soberana y libre nos hace participes de ella.

La centralidad del Pacto en la Escrituras

No podemos pasar por alto las veces que la Escritura hace referencia una y otra vez al pacto divino. El pacto de Dios es algo que las Escrituras habla repetidamente en ambos Testamentos. Por ejemplo, el pacto es mencionado como un pacto perpetuo  y por consiguiente es un pacto divino, pues el Señor reclama que es; “mi pacto” y de nadie más (Génesis 9:16, 17:7, 17:19, Salmo 89:28, 34 Isaías 61:8, Ezequiel 37:26).

Muchas veces en la Escrituras este pacto perpetuo es presentado o expresado como una promesa, tal como lo leemos en Hebreos capítulo 6:13, 17-18; “Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo… Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.”

En la promesa vemos la particularidad del pacto perpetuo de Dios, es decir, que es hecho y establecido sólo con “los herederos de la promesa” y nadie más, son sólo ellos quienes son tomados y hechos partícipes de la naturaleza divina según el inmutable consejo que Dios se propuso con juramento (2 Pedro 1:3-4).

Sin embargo, debemos recordar y hacer el debido énfasis que el pacto, al ser un pacto perpetuo y propio de Dios, significa que es un pacto que Dios goza en sí mismo sin necesidad de nosotros. Cuando Dios hace dicha promesa con nosotros se sigue que es solamente una revelación de algo que Él ya goza aún sin nosotros. Esto es así sencillamente porque Él es Dios, el Dios todo autosuficiente lo cual significa que Él goza en sí mismo ese vínculo perfecto de amor y amistad entre los miembros de la Trinidad como lo hemos visto ya al estudiar la doctrina de la Trinidad.

Por lo tanto al hablar del pacto divino debemos recordar que es una doctrina central en la Escritura por la debida razón de que es un pacto perpetuo en Dios, y de Dios, y si Dios nos hace partícipe de dicha bendición se sigue que es un acto de Su libre voluntad lo cual es un acto de pura gracia; “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.”

La centralidad del Pacto en la Fe Reformada

La teología Reformada es teología pactual. Toda la teología Reformada tiene como fin la gloria de Dios (Soli Deo Gloria). El pacto de gracia es el distintivo de nuestra teología Reformada y es “el más bello fruto de la Teología de todo el Cristianismo.” [1] Así lo resume el profesor Frank H. Walker cuando dice;

“Porque Cristo es el hilo de oro de la Escritura, se sigue que la aguja que lleva ese hilo a través del tejido de la Palabra de Dios es la doctrina del pacto de gracia.  Jesús es el Mediador del pacto, su sangre es la sangre del pacto, la iglesia es su comunidad del pacto, los sacramentos son las señales y los sellos del pacto, los Mandamientos de Dios son las Palabras del pacto, el reino de Dios es el objetivo del pacto, y la salvación en sí misma es la comunión del pacto con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.  No puede ser de otra manera ya que la relación entre las Tres Personas de la Trinidad es en sí misma pactual.” [2] 

De este modo vemos que para nuestras vidas, familias e iglesias pero por sobre todo para la gloria de Dios, la doctrina del pacto es de mucha importancia en la fe Cristiana. Herman Bavinck (1854—1921) señalaba que;

“La primera razón sobre esta doctrina (la doctrina sobre la regeneración obra del Espíritu Santo) radica en el profundo y glorioso concepto del pacto de gracia, que ocupa un lugar tan importante en la doctrina Reformada. Otras iglesias no saben nada de este concepto o le atribuyen meramente un valor subordinado. Sin embargo, separado de esta doctrina del pacto, las confesiones Reformadas y la teología Reformada no pueden ser entendidas debidamente en ningún punto.” [3]

Toda doctrina incluyendo nuestra elección, adopción, regeneración, justificación, santificación y glorificación es debida al pacto de gracia, de ahí la importancia y centralidad en nuestra teología y confesión Cristiana.

El profesor Walker hablando sobre nuestro Catecismo de Heidelberg dice lo siguiente;

“La primera pregunta y respuesta del Catecismo de Heidelberg, que refleja la teología del pacto del autor, menciona la obra de las tres Personas de la Trinidad en la manifestación de esa gracia divina. […] Así, aunque el Catecismo de Heidelberg es intensamente personal, su enfoque no está en el hombre sino en Dios quien es la razón de la existencia del hombre. El Catecismo enseña que el único consuelo del pecador es conocer las misericordias del pacto de gracia del Dios Trino revelado en la Escritura: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.” [4]

Por lo tanto, la teología Reformada es teología pactual. Toda la teología Reformada tiene como fin la gloria de Dios (Soli Deo Gloria), y antes de ver los propósitos y las obras de Dios para Su creación, es debido entender primeramente, lo que el pacto es en sí mismo, tema que abordaremos en el siguiente artículo.


[1] Henry Danhof, The Rock Whence We Are Hewn, página 22.
[2] Walker, Frank H. Covenant Theology: Sovereign and Gracious, prefacio.
[3] Bavinck, Herman. Saved by Grace, página 67.
[4] Walker, Frank H. Theological Sources of the Heidelberg Catechism, página135.