La procesión del Espíritu Santo

Serie: Dogmática Escritural, Dios y Su Palabra.

Pregunta 39: ¿De dónde procede la tercera persona de la Trinidad?

La procesión del Espíritu Santo

Hemos visto a la luz de la Escritura que el Espíritu de Dios es una Persona, la cual goza eternamente la misma esencia que el Padre y el Hijo. Ahora consideraremos Su relación interpersonal en la Trinidad y con la iglesia del Señor.

En cuanto a su propiedad personal en la Trinidad, Nuestra Confesión de fe dice que; “El Espíritu Santo es el eterno Poder y Potencia, procediendo del Padre y del Hijo.” [1] Este acto de proceder del Padre como del Hijo es un acto necesario, eterno y completo en Dios y se conoce como espiración, esto es indicado por el propio nombre de la tercera Persona en la Trinidad que significa aliento o soplo divino, eso es precisamente lo que leemos en las Escrituras;

“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.” (Salmo 33:6), “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.” (Job 33:4), “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” (Juan 15:26), “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.” (Juan 20:22).

La tercera Persona de la Trinidad procede eternamente tanto del Padre como del Hijo. Así como la propiedad personal del Hijo es el ser engendrado eternamente por el Padre de tal forma que el Hijo es la Imagen misma del Padre, de igual modo la propiedad personal del Espíritu Santo es proceder eternamente del Padre y del Hijo como el poder y la potencia de la Deidad en la Persona del Espíritu Santo. W. à Brakel (1635—1711) dice sobre este tema lo siguiente;

“La eterna procesión del Espíritu Santo del Padre y del Hijo es la base de esta relación. El Hijo procede del Padre por medio de la generación eterna y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo de tal forma que puede describirse mejor como el ‘respiro’ (Divino).” [2]

De este modo y en un orden lógico vemos que la generación del Hijo precede a la espiración del Espíritu Santo, sin embargo, porque los miembros de la Trinidad comparten la misma esencia divina no existe subordinación alguna dentro de la Trinidad, pues las tres Personas gozan eternamente la misma Deidad, así el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como también del Padre a través del Hijo como el respiro Divino en Dios.

La relación del Espíritu Santo con las otras personas de la Trinidad y la iglesia del Señor

En cuanto a la relación del Espíritu Santo dentro de la Trinidad y con la iglesia, en primer lugar el Espíritu de Dios es el vínculo personal de amor y verdad en la Trinidad. En las palabras de Agustín de Hipona el Espíritu de Dios es el vinculum amoris. Eso significa que el Espíritu Santo es el vínculo personal de amor, amistad y verdad entre el Padre y el Hijo. Herman Hoeksema dice sobre esto lo siguiente; “El Padre y el Hijo se encuentran uno al otro por el Espíritu… El Espíritu de Dios es el eslabón en la vida amorosa divina.” [3]

De este modo vemos que la armonía perfecta entre el Padre y el Hijo es a través del Espíritu Santo. Porque Dios es uno en esencia subsistiendo en Tres Personas distintas, Él goza en sí mismo esta perfecta comunión y compañerismo como el Dios viviente que Él es. Esta es la vida de Dios que siempre debemos tener presente y recordar sobre nuestro gran Dios Trino.

En relación con la iglesia del Señor, Dios es quien nos hace partícipe de dicha bendición para podamos gozar eternamente de la vida eterna que hay en sí en Dios. Esto lo vemos por ejemplo en el siguiente texto; “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.” (2 Corintios 13:14). La palabra griega para comunión aquí es koinonía, que significa compañerismo, amistad, fidelidad y lealtad. Este es un atributo propio de Dios y en Dios y que por Su gracia, Él nos hace partícipes de ello, pues; “Fiel es Dios (según Su pacto de gracia), por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.” (1 Corintios 1:9).

Esto lo vemos también en la fórmula bautismal de Mateo 28:19 cuando se nos dice que los creyentes con sus hijos deben ser bautizados; “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” El nombre y la obra de la tercera Persona de la Trinidad es indispensable para nuestra salvación y comunión con Dios como lo es el nombre y la obra del Padre y del Hijo. Dios garantiza a Su pueblo electo que el Espíritu Santo obrará todo para bien de ellos y para la gloria de Su Nombre.

Para culminar, veamos nuestro Catecismo Continental de la Reforma y el Catecismo Mayor para la formación teológica de Zacarías Ursino;

“¿Qué crees del Espíritu Santo? Que con el Eterno Padre e Hijo es verdadero y eterno Dios. Y que viene a morar en mí para que, por la verdadera fe, me haga participante de Cristo y de todos sus beneficios, me consuele y quede conmigo eternamente.” [4] “¿Cómo sabemos que Dios ha establecido tal pacto de gracia con nosotros? El Espíritu Santo testifica esto en nuestros corazones por la Palabra de Dios y los sacramentos, y por el comienzo de nuestra obediencia por gratitud a Dios.” [5]


[1] Confesión Belga, artículo 8.
[2] Brakel, Wilhelmus à, The Christian's Reasonable Service, Vol 1 página 173.
[3] Herman Hoeksema, Believers and Their Seed, página 60-61. 
[4] Día del Señor 20, pregunta y respuesta 53.
[5] Zacharius Ursinus, Large Catechism, Q&A. 2.