Por Christopher J. Ortiz:
Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra (Efesios. 6:2–3.).
Las consecuencias bíblicas de maldecir o de honrar a los padres de uno son extremas; muerte o vida prolongada. No hay semejantes amenazas ni bendiciones por deshonrar a la Iglesia institucional ni al Estado. Hay un castigo así por hablar mal del Espíritu Santo, pero fuera de la Divinidad, es la familia la que acarrea los mayores castigos por traición en las Escrituras.
Esta es la evidencia más certera del carácter primordial de la familia como cuerpo básico de gobierno en la Historia. Cuando usted considera el énfasis actual en la Iglesia y el Estado y su explotación mutua de la familia, debe serle obvio que vivimos en tiempos traicioneros.