Un pacto, por Ron Hanko

(“Un Pacto,” an excerpt from Doctrine According to Godliness)

Si el pacto de Dios es perpetuo, y la Escritura a menudo dice que lo es, entonces solo puede haber un pacto. Un pacto provisional puede ser remplazado, pero el pacto de Dios no es provisional.

También, si el pacto es inquebrantable, entonces solo puede haber un pacto. De que es inquebrantable la Escritura lo testifica en Jueces 2:1, salmos 89:34, Jeremías 33:20-21 y muchos otros pasajes. Por lo tanto es también el único pacto.

Si el pacto es el pacto de Dios, y si el pacto de Dios es la relación existente entre las tres Personas de la Trinidad, entonces, también, el pacto debe ser uno porque Dios es uno.

Nosotros sostenemos un pacto en contra del dispensacionalismo con sus muchos pactos. Y nosotros enseñamos un pacto en contra de la posición Bautista, la cual distingue entre el viejo pacto con el nuevo pacto, al menos en cuanto a la señal del pacto que interesa. Nosotros también rechazamos la antigua enseñanza de que existe una separación y distinción de “pacto de obras” con Adán.

Los muchos pasajes Escriturales que hablan de un pacto perpetuo (en singular) prueban esto. Referimos a nuestros lectores a dichos pasajes como por ejemplo; Génesis 17:7, 2 Samuel 23:5, Salmo 105:8-10, Isaías 55:3, Ezequiel 16:60-62 y Hebreos 13:20.

Pero ¿Qué de aquellos pasajes que hablan de un pacto en plural (Romanos 9:4, Gálatas 4:24 y otros)? ¿Y qué de los pasajes que hablan de un viejo y nuevo pacto (Jeremías 31:31-33, Hebreos 8:6-13)?

A menos que estemos dispuestos de aceptar la idea de que la Biblia puede contradecirse por sí misma (y que por lo tanto Dios puede contradecirse así mismo), nosotros debemos reconciliar estos pasajes con aquellos que enseñan un pacto. La Escritura nos ayuda hacer eso por medio del lenguaje que utiliza.

La Escritura habla del recuerdo de Dios a Su pacto (Lev 26:42, Lucas 1:72), dando Su pacto (Num. 25:12, Hechos 7:80), declarándolo (Deut 4:130), guardándolo (1 Reyes 8:23). Esta expresiones nos ayudan a ver que cuando Dios establece Su pacto o hace un pacto, Él no está descartando el viejo pacto y trayendo uno enteramente nuevo, pero más bien dando solamente una nueva revelación de Su único pacto de gracia. En ese sentido solamente existe el viejo y nuevo pacto, o más de un pacto.

Este único pacto no puede ser nunca, cualquier otra cosa, mas que un pacto de gracia.  No existe otra base en la cual nosotros podamos vivir en una relación con Dios excepto por Su favor inmerecido hacia nosotros. Incluso Adán, aunque él con su obediencia podría continuar disfrutando una relación de pacto con Dios, no estaba en esa relación por méritos propios.

Rechazamos, por lo tanto, la enseñanza que dice que el pacto con Adán era un pacto de obras en base a méritos, y no en la gracia. Nosotros principalmente rechazamos la idea de que en ese pacto Adán podría haber merecido vida eterna por su obediencia. Lucas 17:10 destruye toda posibilidad de mérito alguno cuando dice;

“Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: “Siervos inútiles [inmerecidos] somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho.”

El pacto perpetuo de Dios es todo por gracia.

Tomado de Doctrine According to Godliness por Ronald Hanko, pp. 64-65.
Título en inglés: One Covenant.


 

pactophoto credit: h.koppdelaney via photopin cc

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