El Imperativo Bíblico y el Dominio Responsable

“Cada cultura que no sirve al Dios verdadero eventualmente será convertida en esclava del estado.

Si bien muchas de estas leyes bíblicas pueden parecer duras para los lectores, debemos reconocer que, primero, estas leyes son remedios para la irresponsabilidad y buscan sacar a los hombres de la esclavitud; en segundo lugar, las leyes de DIOS no son en realidad tan duras como en verdad lo son las leyes de los hombres. Mientras que la ley de DIOS produce un orden social estable y responsable, las leyes de esclavitud del hombre son caóticas, opresivas y tiránicas.

La cosmovisión bíblica no es un cuento de hadas o un perfeccionismo romántico, sino una valoración realista de los hombres con sus pecados y defectos. La palabra de DIOS nos encuentra donde estamos en nuestra esclavitud, y nos muestra el camino hacia el dominio responsable bajo Dios.” David Chilton. Cristianos Productivos.

La historia de la humanidad está repleta de testimonios sobre culturas que, al alejarse del camino de la verdad divina, se encuentran inevitablemente en las cadenas de su propia creación. “Cada cultura que no sirve al Dios verdadero eventualmente será convertida en esclava del estado.” Esta afirmación, lejos de ser una exageración, es una observación profunda sobre la naturaleza humana y su tendencia hacia la autoridad cuando no se rige por la palabra de Dios.

En la búsqueda de justicia y orden, la humanidad ha formulado numerosas leyes. Sin embargo, es necesario discernir entre la ley bíblica y la ley de los hombres. A primera vista, algunas leyes bíblicas pueden parecer severas, pero es crucial comprender la intención detrás de estas. Primero, estas leyes actúan como remedios contra la irresponsabilidad humana, buscando liberar a los individuos de las cadenas que ellos mismos forjaron. En segundo lugar, en comparación con las leyes divinas, las leyes humanas a menudo resultan mucho más duras. Mientras que la ley de Dios busca establecer un orden social justo y responsable, las leyes de los hombres, a menudo influenciadas por la ambición y el poder, tienden a ser caóticas, opresivas y, en el peor de los casos, tiránicas.

La cosmovisión bíblica no debe ser malinterpretada como un idealismo irracional o una fantasía desconectada de la realidad. Al contrario, es un reflejo perspicaz de la condición humana, una valoración realista de los hombres con sus pecados y defectos. En lugar de presentar una utopía inalcanzable, la palabra de Dios nos muestra nuestra realidad, revela nuestras cadenas y, más importante aún, nos ofrece una senda hacia la libertad verdadera.

Nuestra salvación y liberación no vienen de la complacencia o de la ignorancia, sino de la aceptación de la verdad divina. En nuestras luchas y en nuestra esclavitud, la palabra de Dios resplandece como un faro, mostrándonos el camino hacia un dominio responsable, un dominio bajo la guía y bendición de Dios.

Por lo tanto, en nuestra búsqueda de orden, justicia y libertad, volvamos nuestra mirada a las Escrituras, reconociendo en ellas no solo reglas o mandatos, sino una revelación de amor divino que busca guiarnos hacia la verdadera liberación. Solo entonces, al abrazar y vivir según la palabra de Dios, podemos esperar construir sociedades verdaderamente justas y libres.

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