Gordon Clark: Apología Cristiana

Por Gilbert B. Weaver [1]

La premisa base

La premisa base con la cual el Escrituralista comienza su defensa del Cristianismo es que existe tal cosa llamada verdad, la cual es un sistema consistente de proposiciones. Esta presuposición la cual es epistemológica en la ley de la no contradicción significa que no puede haber “dos filosofías auto-consistentes mutuamente contradictorias”[2]. En otras palabras, dos posturas que ambas reclamen explicar la última realidad de las cosas no pueden ser ambas posturas verdaderas si ellas son mutuamente contradictorias. La verdad tal vez pueda estar en una postura o en la otra o al final en ninguna de ellas pero no puede estar en ambas posturas si ellas se contradicen entre sí. También la presuposición significa que tales sistemas rivales son susceptibles a ser probados para demostrar cuales de ellos es verdadero. La postura que es internamente inconsistente debe ser falsa mientras que la postura que permanece internamente consistente ante cada prueba debe ser verdadera. Así los Escrituralistas creen que ninguna filosofía falsa puede ser construida de manera que sea libre de contradicciones en sí misma. “Una afirmación falsa…. siempre, si se persiste lo suficiente, insinúa su propio error.”[3].

Teniendo ellos tan formidable arma a su disposición en la ley de la no contradicción parece indicar que el cristiano “David” debería ser capaz de ir y derrumbar al gigante de la incredulidad y establecer una vez y para siempre la verdad del Cristianismo. Pero Gordon Clark súper impone otra y más realística perspectiva de la situación. No es tan simple como parece. La consistencia o

“coherencia de la propuesta  no puede ser aplicada con una satisfacción final a menos que uno sea omnisciente.  Ya que la vida es corta y las implicaciones de varias proposiciones no has sido exhaustas, puede permanecer aun falsas posiciones cuyas conclusiones absurdas aún no se han deducido.” [4]

Si el apologista luego se encuentra así mismo enfrentándose con “dos o más justamente auto-consistentes pero mutuamente incompatibles sistemas de pensamientos” [5] en este caso, ¿Qué es lo que él tiene que hacer?

La repuesta a esta pregunta crucial es que una elección entre las cosmovisiones presentadas debe ser hecha. De hecho, es el último principio o axioma detrás de cada sistema de pensamiento el cual es evaluado al final, y así, si las implicaciones las cuales siguen de dicho principio “prueban soluciones plausibles a muchos problemas” y “tienden menos al escepticismo y da más significado a la vida” y son consistentes en si mismas entonces esa cosmovisión es la que se ha elegir [6]. Por el contrario, si el otro sistema “deja demasiadas preguntas sin responder” y tiende más al escepticismo y da menos significado a la vida y al final es auto-contradictorio entonces esa cosmovición es la que se ha de rechazar [7]. Así, aunque la consistencia no se ha aplicado con satisfacción final, sin embargo, cierta base para la elección está ahí presente; no es meramente arbitraria la desición.


[1] Gordon Clark: Christian Apologist, by Gilbert B. Weaver in "Clark and his critics", page 269.
[2-7] Gordon Clark. A Christian view of man and things, 2005, pages 27-29.
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