Un hogar muy especial inicialmente
Luego de haber visto que el hombre fue creado a la imagen de Dios para que éste tuviese la dicha de conocer a Su Dios rectamente, servirle y glorificarle, en Génesis 2:7-9 leemos lo siguiente sobre el lugar en donde el hombre fue colocado para ello;
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.”
Vemos aquí cómo Dios formó un hogar muy especial para que Adán desde su primer suspiro, gozase de la compañía de Dios y le sirviese con todo su ser como el siervo-amigo que él era, sin embargo, “cuando Adán anduvo en honor, no lo entendió así, ni reconoció su excelencia, sino que por propia voluntad se sometió a sí mismo al pecado, y por ende a la muerte y a la maldición, prestando oídos a las palabras del diablo.” De este modo vemos que cuando Adán y Eva pecaron contra Dios y Su mandamiento dado a ellos, fueron expulsados inmediatamente del huerto del Edén debido al pecado manifiesto en ellos, esto es crucial en Génesis pues ni el pecado ni el pecador en sí tiene derecho alguno de tener comunión con Dios en absoluto.
Aunque este paraíso era meramente terrenal, la expulsión de Adán y Eva del huerto que Dios había formado ilustra perfectamente que no existe lugar alguno ni tampoco morada alguna, para el pecado o los pecadores en el paraíso celestial futuro. Fue por el pecado que Adán y Eva y sus descendientes fueron excluidos de toda vida, comunión y compañerismo con Dios, y es solo por la gracia de Dios que el camino al paraíso celestial futuro es posible y alcanzado.
De este modo vemos que aquellos que reciben esa bienaventuranza de parte de Dios, el paraíso por venir es inicialmente ilustrado en el primer paraíso en el huerto del Edén. Veamos algunas similitudes y diferencias de ambos paraísos;
- Los dos tienen nombres propios y similares (Apocalipsis 2:7). En la LXX el huerto del Edén es traducido por el paraíso del Edén.
- Los dos paraísos tienen el árbol de vida puesto por Dios que señala la antítesis, entre vivir en comunión con Dios o contra Dios (Apocalipsis 2:7, 22:1-5, 14-15).
- Los dos paraísos tienen sus representantes correspondientes en relación a la humanidad (Romanos 5:12-21, 1 Corintios 15:42-50).
- El primero paraíso sufre la presencia del pecado a diferencia del último el cual no habrá cabida para él en ningún sentido (Apocalipsis 21-4).
- El primero es un recordatorio para nosotros de que Dios siempre tuvo y tiene algo mejor en mente para Su creación y Su pueblo (Isaías 65:17).
Por esa razón tanto el primer paraíso como la historia misma de la humanidad deben servir para desplegar y realizar y posteriormente culminar la revelación del segundo paraíso, el cual es celestial, incorruptible y eterno para la gloria del Trino Dios.
Un hogar muy especial y permanente para los hijos de Dios
Mucho antes de la caída de Adán en el primer paraíso terrenal, Cristo y el paraíso celestial ya gozaban la preeminencia (Colosenses 1:15-20). Ya que Adán fue nuestro primer padre y la raíz orgánica de toda la raza humana, él fue introducido a la historia de la humanidad para dar lugar luego al Hijo eterno de Dios en su introducción al mundo para un fin celestial. Adán tenía que servir su propósito como nuestro primer padre de quien vendría luego Cristo el último Adán y por quien solo podemos obtener la vida eterna. Así, el destino final de quienes reciben la gracia divina no sólo como individuos sino corporativamente en Cristo en línea de generaciones, es juntamente con el Trino Dios en cielos nuevos y tierra nueva, donde ni el pecado ni la muerte tendrán ya cabida alguna y en donde la gloria de nuestro gran Trino Dios será revelada por la eternidad en la Persona y obra de Jesucristo (Ezequiel 11:19-20; 36:26-27, Jeremías 32:37-43, Apocalipsis 21:4).
De este modo vemos que es Cristo y no Adán, el paraíso celestial y no el terrenal, el propósito inicial y definitivo de Dios para con Su creación y Su pueblo en Cristo Jesús. En las palabras de Cornelius Hanko (1907-2005);
“De esto se sigue que cuando Adán cayó, cayó en los brazos de Cristo. Nunca fue la intención de Dios alcanzar la perfección celestial y la gloria eterna a través de Adán como es evidente en los pasajes de las Escrituras mencionados anteriormente. Las riquezas de las gloriosas perfecciones de Dios y la bendición de su vida íntima en el pacto, nunca podrían haberse compartido y revelado plenamente a través del primer Adán. El primer paraíso debe desvanecerse para dejar espacio al segundo que es el Paraíso celestial y eterno (Apocalipsis 22:1-2). El primer Adán debe hacerse a un lado para abrir el camino al último Adán.”
Por esa razón decimos que; “Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres.” “Sin embargo nosotros esperamos, según Sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” [pues] “nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.” (Salmo 115:16, 2 Pedro 3:13, Filipenses 3:20).
[1] Hanko Cornelius, Christ in Adam, Vol 62, Issue: 20, 9/1/1986, The Standard Bearer.