A continuación transcribo parte de los escritos olvidados [1] de este gran libro clásico de la fe cristiana, La soberanía de Dios de A.W. Pink [2]. —Capitulo omitido por The Banner of Truth [3]:
TEXTOS QUE COMPRUEBAN LA DOCTRINA DE LA REPROBACION (tercera parte).
Exposición: El caso del Faraón establece el principio e ilustra la doctrina de la reprobación. Si Dios en verdad reprobó al Faraón, entonces podemos concluir que El reprueba a otros a quienes El no predestinó para ser conformados a la imagen de Su Hijo. El apóstol saca esta idea de la historia del Faraón en el capítulo nueve de Romanos, después de hacer referencia al propósito de Dios al levantar al Faraón diciendo “de manera que”. El caso del Faraón es presentado para comprobar la doctrina de la reprobación como contraparte de la doctrina de la elección.
Para concluir, queremos decir que al formar al Faraón Dios no actuó ni justo ni injustamente sino Soberanamente. Como el alfarero es soberano en cuanto a la formación de los vasos, Dios es soberano en cuanto a la formación de los agentes morales.
Versículo 18; “De manera que de quien quiere, tiene misericordia; pero a quien quiere, endurece”. La frase “de manera que” anuncia la conclusión general que el apóstol deduce de todo lo que dijo en los tres versículos anteriores a este, donde niega que Dios haya sido injusto al amar a Jacob y aborrecer a Esaú, y aplica este principio en el ejemplo ilustrativo del proceder de Dios con el Faraón. Pablo basa todo en la voluntad soberana del Creador. Dios ama a uno y aborrece al otro, concede misericordia a algunos y a otros los endurece, sin tratar de justificarse sobre alguna base, salvo su propia voluntad soberana.
La parte del versículo 18, que es más repugnante a la mente carnal es la referencia al “endurecimiento” (“al que quiere, endurece”), y es aquí en esta frase donde tantos expositores han adulterado la verdad. El punto de vista más común es el que enseña que el apóstol está hablando de un “endurecimiento judicial“, ejemplo; un abandono al pecador por parte de Dios porque el objeto de Su desagrado primero había rechazado a Dios y a la verdad. Los que sostienen esta interpretación apelan a ciertos textos como Romanos 1:19-26; donde dice: “Dios los abandonó” (entregó). Esto es, que abandonó a los que le conocían pero no le glorificaron como Dios (v.21, vea el contexto). Apelan también a 2Tes.2:10-12;. Pero debe notar el lector que la palabra “endurecer” no aparece en estos textos. Nosotros declaramos que Romanos 9:1-18; no hace ninguna referencia a un endurecimiento judicial. El apóstol no está hablando de los que dejaron de creer en la verdad, sino que está tratando el tema de la soberanía de Dios, una soberanía que no solamente ejerce misericordia como le agrada sino que también endurece a quien le place. La frase es “al que quiere” no “a los que rechazaron la verdad”. El endurece, y tomando como ejemplo al Faraón, establece el sentido de estas palabras. El caso del Faraón en sí es tan claro, pero el hombre ha hecho lo mejor que puede para esconder la verdad que en él es ejemplificada.
“Pero a pesar de haber hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?. Por eso no podían creer,(¿y porqué no?) porque Isaías dijo en otra ocasión: El ha cegado los ojos de ellos y endureció su corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón, ni se conviertan, y yo los sane”. (Juan 12:37-40).
Ahora bien lector, el asunto es: ¿Vas a creer lo que Dios te ha revelado en Su Palabra? No necesitas hacer un estudio profundo o pasar un tiempo prolongado escudriñando la Escritura, lo que debes tener es una actitud propia de un niño, para poder entender esta doctrina. Versículo 19:“Luego me dirás: “¿Por qué todavía inculpa? Porque, ¿quién ha resistido a su voluntad?” ¿No es esta la misma queja del hombre moderno?. La línea de pensamiento que sigue el apóstol es esta:
Siendo que todo depende de la voluntad de Dios, la cual es irreversible, y siendo que por esta voluntad El puede hacer todo como soberano, (hacer misericordia o imponer castigo) ¿por qué no tiene misericordia de todos, haciéndoles obedientes y libres del castigo?.
Vean que el apóstol no dice que Dios no debe enojarse porque no tiene base para Su enojo, ni tampoco dice que los hombres pueden resistir a la voluntad divina. Tampoco nos quiere decir que hemos malentendido Sus palabras, sino que nos quiere hacer entender que no tenemos derecho alguno de hacer tal objeción. La objeción es inadmisible porque es ¡Altercar con Dios! Es quejarse de lo que Dios ha hecho.
Las palabras que el apóstol pone aquí en la boca de quien propone tales objeciones son claras y directas y es casi imposible el malentenderlas. Lector, para ti: ¿Qué quieren decir estas palabras?.
¿Será que el apóstol no supo que esta doctrina iba a causar tal objeción?. Si lo que hemos escrito no causa la misma objeción en la mente carnal, o no hemos presentado correctamente la doctrina como se halla en el capítulo nueve de Romanos, o la naturaleza humana ha cambiado.
Versículo 20; “Antes que nada, oh hombre, ¿quién eres tú para que contradigas a Dios? ¿Dirá el vaso formado al que lo formó: “¿Por qué me hiciste así?”. El apóstol, entonces, no dice que la objeción no es válida, sino que corrige al que propone la objeción, recordándole que es sólo un hombre y por eso es incorrecto el que contradiga a Dios. Además le recuerda que únicamente es una “cosa labrada” y por eso es una locura y blasfemia hablar contra el que le formó. Antes de dejar este versículo quiero llamarles la atención a la última parte: “¿Porqué me hiciste así?”. Estas palabras nos ayudan a determinar correctamente el tema. Fíjense en la palabra “así”. ¿Cuál es su sentido en el contexto? Bueno, en el caso de Esaú no dice: ¿Por qué me hizo así? (un objeto de la ira). En el caso del Faraón: ¿Por qué me hizo así? (¿por qué me endureció?) ¿Qué otro sentido podríamos dar a estas palabras?. Es de suma importancia recordar que el tema del apóstol en este pasaje es el de la soberanía de Dios en Su proceder con los que ama (los vasos de honra y misericordia) y con los que aborrece (los vasos de deshonra e ira).
Versículos 21-23: “¿O no tiene autoridad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para uso honroso y otro para uso común?. ¿Y qué hay si Dios, queriendo mostrar su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira que han sido preparados para destrucción?. ¿Y qué hay si él hizo esto, para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia que había preparado de antemano para gloria”.
En estos versículos el apóstol presenta una respuesta conclusiva a las objeciones del versículo 21. Primero dice: ¿O no tiene autoridad el alfarero sobre el barro?. Notamos que la palabra traducida “poder” en el versículo 22 donde indica “fuerza”. En el versículo 21 la palabra indica “privilegio soberano”. La misma palabra es usada en Juan 1:12; “les dio derecho de ser hechos hijos de Dios“, y la cual, como es sabido, quiere decir “privilegio” (“right”) en Juan 1:12 y Romanos 9:21.
Versículo 21: “¿O no tiene autoridad el alfarero?”. Es indiscutible que el alfarero es nada menos que Dios mismo. El versículo anterior sostiene esta conclusión”…contradigas a Dios?”. Hay quienes tratan de quitar la fuerza de las palabras razonando que el alfarero humano hace ciertos vasos para usos menos honrosos que otros, pero todos tienen un servicio muy útil. Pero el apóstol no escribe que el alfarero hace de la misma masa un vaso para uso “honroso” y otro para uso “menos honroso“, sino que habla de “honra” y de “deshonra”.
[1] Versión publicada al español por The Banner of Truth - 1° Edición 1966 (Mercado libre). [2] Con revisiones más recientes pero completa la obra en ingles: www.chapellibrary.org/files/3913/7643/2884/aogo.pdf [3] Traducción al español cortesía de Camino, verdad y vida. (sitio web).
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