A continuación transcribo parte de los escritos olvidados [1] de este gran libro clásico de la fe cristiana, La soberanía de Dios de A.W. Pink [2]. —Capitulo omitido por The Banner of Truth [3]:
PUNTOS IMPORTANTES PARA EVITAR EL ABUSO Y LAS IDEAS ERRÓNEAS
Exposición: Ya que hemos establecido lo que es la reprobación (como la establece la Santa Escritura), pasamos a mencionar uno o dos puntos importantes para evitar el abuso y las ideas erróneas:
PRIMERO: La doctrina de la reprobación no quiere decir que Dios se propuso tomar a criaturas inocentes, hacerlas impías, y luego condenarlas. La Escritura dice “Mira, he hallado sólo esto: que Dios hizo al hombre recto, pero los hombres se han buscado muchas otras razones.” (Ecl.7:29). Dios no ha creado criaturas pecaminosas para poder destruirlas. A Dios no se le puede inculpar del pecado de Sus criaturas. La responsabilidad y la criminalidad son del hombre.
El decreto de Dios de la reprobación contempló a la masa Adámica como caída, pecaminosa, corrupta y culpable, y sobre esto se propuso salvar a algunos para servir como monumentos de Su gracia soberana. A otros, determinó destruirlos como ejemplos de Su justicia y severidad. Al determinar destruir a estos, no les hizo ninguna injusticia. Habían caído en Adán, su representante legal, por eso nacieron con una naturaleza pecaminosa, y por esta razón les deja en su estado pecaminoso. Y así prefieren estar porque no tienen deseos de ser santos (aman más las tinieblas que la luz). ¿Cómo puede haber injusticia si Dios por lo tanto los deja a la dureza de su corazón? (Sal.81:12).
SEGUNDO: La doctrina de la reprobación no implica que Dios rehúsa salvar a personas que buscan sinceramente la salvación. La verdad es que los reprobados realmente no desean al Salvador. En El no ven nada atractivo para desearle. No vienen a Cristo. ¿Por qué entonces debe Dios esforzarles a venir?. No se niega a nadie que viene a El. ¿Cómo, pués, puede Dios ser injusto en predestinar la condenación justa de ellos?. Recuerden, Dios es el creador del impío pero no de su iniquidad: El es el autor de su ser, pero no es el que le infunde su pecado. Algunos calumniosamente dicen que nosotros creemos que Dios anima a la criatura a pecar, como el jinete pica con las espuelas al caballo mal dispuesto. Pero, en efecto, Dios sólo: Pronuncia esta palabra” “dejadlos” (Mat.15:14); Afloja un poco las riendas de su refrenamiento; Retiene la influencia de la Palabra salvadora. Y el hombre apóstata, prestísimo en su afán, por su propia cuenta cae en la iniquidad.
TERCERO: De esta manera, el decreto de la reprobación de ningún modo contiende con la bondad de Dios. Aunque los no-elegidos no sean los objetos de la benevolencia de Dios de la misma forma que son los elegidos, no obstante, no están del todo excluidos de ella. Gozan de las buenas cosas de la providencia (bendiciones no permanentes) en común con los propios hijos de Dios y a veces en grado superior a ellos. Mas la providencia no mejora al reprobado, ¿les guía la bondad de Dios al arrepentimiento? No, al contrario ellos, menospreciando Su bondad, paciencia y longanimidad, más por su dureza y corazón no arrepentido atesoran para sí ira para el día del juicio (Rom.2:4,5;). ¿Cómo, entonces, pueden quejarse por no ser hechos objetos de la benevolencia en las edades venideras de la eternidad?. Además, si al dejar a la totalidad de los ángeles caídos en su apostasía no contiende con la misericordia y la bondad de Dios (2Ped.2:4), mucho menos puede contender con las perfecciones divinas al dejar a muchos de la humanidad en sus pecados y condenarlos por eso.
FINALMENTE: Esta precaución: Es imposible para nosotros, sea quien sea, durante esta vida presente, asegurar quienes son los réprobos. No podemos juzgar así a ningún hombre, no importa que tan vil sea. El pecador más malo puede estar incluido en la elección de gracia y un día ser vivificado por el Espíritu de gracia. Nuestra comisión es clara: ¡Predicad el Evangelio a toda criatura!. Si hemos obedecido, entonces seremos irreprensibles. Si los hombres no prestan atención, la culpa es de ellos; con todo, “para Dios somos olor fragante de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden, olor de muerte para muerte”. (2Cor.2:15,16).
Ahora, debemos considerar un número de pasajes que son citados con frecuencia con el propósito de mostrar que Dios no ha formado ciertos vasos para destrucción ni tampoco les ha designado para la condenación. “¿Y por qué moriréis, casa de Israel?” (Eze. 18:31). Sobre este pasaje no podríamos hacer un mejor comentario que el que hizo Augusto Toplady:
“Este es el pasaje que muy a menudo, erróneamente usan los arminianos, como si fuera un martillo que con un solo golpe pudiera hacer polvo a la doctrina. Pero resulta que la “muerte” aquí mencionada no es ni muerte espiritual ni muerte eterna (como es muy evidente en todo el contexto). La muerte de que habla el profeta es muerte “política“, la muerte de la prosperidad nacional, de la tranquilidad y la seguridad. El sentido de la pregunta es este: ¿Qué es lo que te hace amar la esclavitud, el destierro, la ruina cívica? Claro que es el dejar de adorar las imágenes, sólo haciendo esto puedes salvarte de la calamidad, y restaurarte a la respetabilidad como nación. ¿Son las miserias de la desolación públicas tan atractivas como para determinar por donde caminarás? ¿Por qué moriréis casa política de Israel?. Así arguye el profeta y añade estas palabras:
“Ciertamente, yo no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Jehová. ¡Arrepentíos y vivid!” (vs.32). Se incluye en estas palabras lo siguiente: PRIMERO: La cautividad de los judíos no aumentó la felicidad de Dios. SEGUNDO: Si los judíos dejan la idolatría y se apartan de las imágenes no morirán en un país extraño y hostil, sino que vivirán en paz en su propia tierra, gozando de la libertad como pueblo independiente” (fin de la cita).
A esto queremos añadir: la muerte política es el sentido de Ezequiel 8:31,32; ¡porque ya estaban muertos espiritualmente!
Mateo 25:41; se cita con frecuencia para mostrar que Dios no ha formado vasos para destrucción: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Este es uno de los versículos principales que se usan para refutar la doctrina de la reprobación. Sin embargo, opinamos que la palabra a la cual se da más énfasis en la oración, no es la palabra “para” sino la palabra “diablo”. Este versículo (vea el contexto) presenta la severidad y el juicio que espera a los perdidos. En otras palabras, este versículo describe la solemnidad del fuego eterno más que la de aquellos que serán arrojados al fuego. Si el fuego es preparado para el diablo y sus ángeles, ¡Qué horrible ha de ser! Si el lugar del tormento eterno al cual los condenados serán arrojados es el mismo lugar en el cual el enemigo principal de Dios sufrirá, ¡Qué tan horrible tiene que ser!.
Vuelven a preguntar: Si Dios ha escogido sólo a ciertas personas para salvación, ¿por qué?, entonces, manda Dios que todos los hombres en todo lugar se arrepientan? (Hech.17:30). Respondemos: El; hecho de que Dios manda que todos se arrepientan es nada menos que un acto por el cual El ejerce Su soberanía como gobernador moral del pueblo. ¿Cómo podría haber hecho menos, siendo que todos han pecado contra El?. Además el hecho de demandar arrepentimiento demuestra la universalidad de la responsabilidad del hombre. Esta Escritura en ninguna manera dice que es el deseo de Dios “dar arrepentimiento” (Hech.5:31) a todos los hombres en todo lugar. Que el apóstol Pablo no creía que Dios da arrepentimiento a cada alma es claro en las palabras de 2Tim. 2:25; “corrigiendo con mansedumbre a los que se oponen, por si quizás Dios les conceda que se arrepientan para comprender la verdad”.
Vuelven a preguntar: Si Dios ha “designado” solamente a ciertas personas para vida eterna, entonces ¿por qué leemos que El quiere que “Todos los hombres sean salvos, y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim.2:4). Respondemos: las expresiones “todos” y “todos los hombres” como la palabra “mundo” se usan muchas veces en un sentido general y relativo. Examinen con cuidado los pasajes siguientes: Mar.1:5; Juan 6:45; 8:2; Hech. 21:28; 22:15; 2Cor. 3:2;), encontrarán la prueba de nuestro argumento. 1Tim.2:4;, no puede enseñar que Dios quiere la salvación de todos los hombres porque si así fuera, todos serían salvos sin excepción. “Sin embargo, si El determina una cosa, ¿quién lo apartará” (Job.23:13).
Vuelven a preguntar: ¿No repite la Escritura muchas veces que Dios no hace acepción de personas?. Respondemos: ¡Sí! sin duda la elección de gracia aprueba esto: Los siete hijos de Isaí aunque mayores y físicamente superiores a David, no son escogidos para ocupar el trono, mas el niño pastor es exaltado al trono. Los escribas y los maestros de la Ley, no son los escogidos, sino unos pescadores para ser los apóstoles del Cordero; La verdad divina está escondida de los sabios y entendidos y es revelada a los pequeños; (humildes). La mayoría de los sabios y nobles pasan ignorados, mientras los débiles, los menospreciados son llamados y salvos. Las rameras y los publicanos son constreñidos a venir a la fiesta evangélica, mientras el fariseo, justo en su propia estimación es dejado a perecer en su moralidad inmaculada. Verdad es que Dios no hace acepción de personas porque de otro modo, no aceptaría a ninguna.
[1] Versión publicada al español por The Banner of Truth - 1° Edición 1966 (Mercado libre). [2] Con revisiones más recientes pero completa la obra en ingles: www.chapellibrary.org/files/3913/7643/2884/aogo.pdf [3] Traducción al español cortesía de Camino, verdad y vida. (sitio web).
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